El yo-yo (o yoyó)

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El yo-yo (o yoyó) es un juguete de malabares, consistente en un disco de madera, plástico u otros materiales cuyo borde tiene una ranura profunda alrededor de la cual se enrolla un cordón que, anudado a un dedo y mediante sacudidas, hace subir y bajar el disco alternativamente.




También se puede, por medio de la práctica, hacerlo patinar en el suelo y efectuar diversas suertes con él. Este pequeño juguete divierte a pequeños y adultos. Actualmente, los yo-yos se adaptaron al nuevo siglo presentando diseños con formas irregulares o con implementos adicionales como luces y/o sonidos.

Historia del yo-yo

Un artefacto similar al yo-yo existía ya hacia el año 1000 antes de Cristo en China, donde se utilizaba como instrumento hipnótico. Sin embargo, en su origen, el yo-yo del que deriva el juguete actual era un artilugio de caza, similar al de las boleadoras de los gauchos, que los tagalos de Filipinas llevaban usando durante más de 400 años. Eran grandes y tenían bordes cortantes y tacos y estaban atados a largas sogas. Hacia el 1800 el yo-yo llegó a Europa como una versión en forma de juguete de esta arma. Los británicos, además de yo-yo, lo denominaron "bandalore", "quiz" y "juguete del Príncipe de Gales" mientras que los franceses lo conocían como "incroyable" (increíble) o "l'emigrette". A Estados Unidos llegó en la década de 1860, pero no fue hasta la década de 1920 cuando se popularizó. Pedro Flores, un inmigrante filipino, fue la primera persona que comenzó a producir yo-yos en grandes cantidades. Los juguetes de Flores llevaban el nombre de yo-yo.

En 1929, el norteamericano Donald Duncan le compró los derechos a Flores, convirtió la palabra yo-yo en una marca registrada de mercado (®) y cambió el nudo fijo que hasta entonces conectaba el cordel con el eje por un lazo corredizo que permitía mayor versatilidad al juguete.




Un Yo-Yo para generar energía


Dentro de los aparatos que inventan para generar energía, nunca había visto o pensado en un Yo-Yo.

Pero porque no, es básicamente un rotor, todo lo ue necesitas son unos electro magnetos y un imán y tiene un generador de energía portátil.

Ahora si le podemos conectar un batería de iones o el cable de un celular o mp3, tenemos el cargador más increíble y cero contaminante del mundo.

Esto fue exactamente lo que se le ocurrió a Chris Aimone y Tomek Bartczak al fabricar este mp3 que es un yo-yo y no necesitar cargar nunca.



Cargador pensado para el iPhone

El diseñador sueco Peter Thuvander presentó un cargador pensado para el iPhone y otros dispositivos móviles de Apple el iYo yoyo. Este cargador posee en su interior una célula de ion litio y un sistema basada en la tecnología de inducción y está inspirado en el sistema de cargador con cuerda de OLPC –que requiere tan sólo de 30 vueltas para funcionar una semana- .




La idea de un cargador como el iYo yoyo puede ser práctica para cargar la batería en caso de que se agote durante el día, además de resultar una alternativa igualmente ecológica para los cargadores solares, que no funcionan de noche o en países, como Suecia, donde la mitad de los días no son soleados.


Estas son las pruebas a ensayar para torneos


-El dormilón
-Paseando al perrito
-Media Vuelta
-La Catarata
-El Trébol
-Gateando
-Saltado el Cerco
-El Columpio
-Vuelta y Vuelta

Como se ven en la imagen

El Balero





El Balero 2


El balero, también llamado " boliche " ," emboque ", " capirucho " o " perinola", es un juguete o juego de malabares (manipulación de objetos) compuesto de un tallo generalmente de madera unido por una cuerda a una bola horadada por uno o varios agugeros de un diámetro ajustado al tallo, cuyo objetivo es hacer incrustar en un eje es delgado al hueco del mazo. Su nombre en francés es bilboquet y viene de bille (bola de billar) y bocquet que designa la punta de un dardo. Estuvo presente en numerosas culturas y épocas con diferentes nombres y su origen es muy antiguo. También se considera originario de Latinoamérica, jugado ya desde la época precolombina.



Dicen Rompete el Balero queriendo decir rompete la cabeza